Soy un licántropo adormecido, de tacto entumido, estropeado por el percutir de los teclados de la esclavitud lasciva.
Tus ojos son dos fosos de esperanzas falsas, de fantasmas reales que juegan con mis sueños.
Tu piel es la materia de mis fantasías perdidizas, piel suave y blanca como tajo de guanábana molida.
El encanto de lo irreal me invita a la cama, me llama desde el lejano inconsciente que se desvela para proclamar su triunfo sobre la vida y descienden las libélulas.
Cada roja mañana es lo mismo: ponerme los grilletes, avanzar a ciegas sobre un camino sabido de memoria, caminar y no desviarse.
Hay que desafiar las leyes, ser un réprobo intencionado y asesinar las ideas del orden porque, finalmente, yo no las escribí.
Tus ojos son dos fosos de esperanzas falsas, de fantasmas reales que juegan con mis sueños.
Tu piel es la materia de mis fantasías perdidizas, piel suave y blanca como tajo de guanábana molida.
El encanto de lo irreal me invita a la cama, me llama desde el lejano inconsciente que se desvela para proclamar su triunfo sobre la vida y descienden las libélulas.
Cada roja mañana es lo mismo: ponerme los grilletes, avanzar a ciegas sobre un camino sabido de memoria, caminar y no desviarse.
Hay que desafiar las leyes, ser un réprobo intencionado y asesinar las ideas del orden porque, finalmente, yo no las escribí.
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